lunes, 6 de enero de 2020

#Editorial El dakar, tan cerca... tan lejos.

El Sábado se inició la 42da edición del Rally Dakar. Es la primera tras una década en Sudamérica. A lo largo de esta etapa, la carrera alcanzó una globalización inédita, un fanatismo por estos lares recordado de los mismos tiempos de los GP de TC. Ese entusiasmo que a lo largo de 11 ediciones despertó en el continente, con epicentro la mayoría de ellas en Argentina. Tan cercano, que ahora parece nuevamente lejano.

Es cierto que poco se hizo en el último tiempo para extender la estadía de la competencia. El sueño de un gran Dakar que atravesará el cono sur se vio trunco entre los elevados costos, la falta de coordinación entre los países y las transiciones políticas que hoy viven. Todo ello alejó a la prueba en la que nacen las leyendas.

Arabia Saudita y sus petrodólares, la necesidad mutua de renovar el desafío por un lado y por el mismo país de mostrar una nueva imagen al mundo, abriéndose al deporte y a nuevos proyectos, conscientes que el petróleo no será eterno y que a la era de los motores convencionales le queda poco y nada, frente al fenómeno eléctrico.

El Dakar quedó tan lejos con los Argentinos, que hasta bajo en su entusiasmo y protagonistas. Tanto que apenas 20 argentinos serán parte del evento, cuando supo incluso superar a Francia en anotados.
Así como son las cosas, esta nueva etapa encuentra al Dakar reinventado, buscando un espíritu de sus primeros días, más africano, aunque en suelo asiático, medio Oriente para ser exactos.

Las ilusiones de Kevin Benavides, Orly Terranova ante la esperanza de lograr otra gran actuación tras un año que lo vio campeón mundial FIA de Bajas, Mariano Andújar encabezando la diezmada armada de los Quads y los UTV con Omar Gándara buscando un gran papel y Juan Manuel Silva en su décimo Dakar, ahora como copiloto. Retratos del sueño argentino en tierras desconocidas, sólo por mencionar a los que pueden dar una alegría allá a lo lejos.

Lejos, que quedarán esa 9 de Julio tapizada de gente ante el imponente paso de la caravana, lejos de esa aventura que multiplicó videos en las redes sociales, de historias conmovedoras de superación, un desafío que cambia la vida y en qué forma, del que lo transita. No habrá grandes multitudes, sino mucho desierto y claro mucha arena. El peligro será mayor pero la recompensa ser inimaginable.
Quizás habrá que soñar para ver cuánto tiempo pasa para volver a verlos. Lo que ya nadie nos quita, que por una década, el Dakar fue nuestro.